Edificio Dioscórides

La idea que persiguió la Universidad con este edificio fue disponer de espacios, debidamente adaptados a las exigencias del Espacio Europeo de Educación Superior, para las actividades docentes e investigadoras de todas las especialidades del ámbito biosanitario, no solo de la Facultad de Biología, aunque dependiese de ella y estuviese emplazado delante de su Aulario y comunicado físicamente con él a través de rampas y escaleras.

Según el proyecto redactado por los responsables de la Unidad Técnica, el nuevo inmueble –con tres niveles– alberga aulas de diversos tamaños, pero más reducidas de lo habitual, otras específicas de informática, así como varias salas para seminarios y tutorías, un salón de actos y otras dependencias.

El edificio, de líneas sencillas y racionales, está estructurado externamente como si fueran dos volúmenes cúbicos. Uno de ellos, en hormigón blanco, parece emerger de la pendiente del terreno para integrarse oblicuamente en el bloque principal, recubierto de un composite de aluminio gris, que se alza parcialmente sobre un pórtico abierto para salvar el desnivel. Los vanos quedan ocultos tras celosías, que se convierten también en un elemento plástico de contraste.

A excepción del sótano, que aloja el salón de actos y las instalaciones, el espacio interior se estructura, por un lado, en torno a un amplio patio irregular de doble altura, que recibe iluminación cenital y de un gran ventanal abierto en una pared lateral; y por otro, a partir un corredor asimétrico a cuyos lados se disponen los distintos espacios docentes. Parte del atractivo se debe a la acertada combinación cromática, que juega con la pintura teja de algunos muros, el cierre traslúcido de otros, el negro de los antepechos metálicos y de un frente del patio y el blanco de los suelos y de los altos zócalos.